martes, 12 de junio de 2012


Una esperanza se cocina
En este tiempo mi mamá y Ana preparaban  la cena. Pero esto era un secreto.
Mi padre no tenía mucho dinero consiguió a pesar ello, regaló un manzana al hijo menor es decir a José. Nuestro  padre sabía cocinar muy rico.
Mi gran ilusión era superar a mi padre porque necesitaba ayuda médica.  Aunque tenía un don: La poesía que era su pasión. El tenía 3 hijas y un hijo.
A veces, cuando los hijos no tienen dinero crren que lo perdieron todo. No tenemos soles almohadas de plumas, muñecas en Navidad, y eso es lo que menos importaba a la familia de Celedonio, por sobre todas las cosas, en aquella tarde fría y de invierno, y sentía que le inspiraba algo más importante que el infierno, los botines y las frazadas. Era tener una familia unida.

Eran 3 hermanas: Mary, Ana y Sofía preparaban la comida a sus hermanito y a su mamá. Mi mamá descansaba en su silla de ruedas. Mary decidió donar a la iglesia 10 soles que tenía de sus ahorros en su chanchito de yeso y eso lo hacía por la gran afección de su madre: la arterioesclerosis, que le impedía pararse.
Mi padre, preparando nuestro almuerzo .El aprendió a cocinar, desde niño, de wawita.
Convencido de haber desarrollado en su propia casa un proyecto multifamiliar, decidieron emprender un pequeño local de camarones y truchas pues era el producto bandera de dicha región.
Pasaron los años y las hermanas estudiaron la Ana menor en San Marcos, la mayor tenía una discapacidad: era sorda, y mi hermana intermedia fue Sofía, la más estudiosa y la que daría el ejemplo de trabajo intelectual para su familia.
Sucedió que la empresa estaba al borde de quebrar pero Sofía que terminó sus estudios en administración llevaron a cabo un proyecto en pos de lograr una criadera nueva de truchas.
La marca truchas “Celedonio” se vendieron como pan caliente. Mi padre pudo trabajar como un boletero en buses y mi madre aun seguía en silla de ruedas.
Un día,  Sofía se acercó a la iglesia le pidió a la virgen María que pudiera sanar a su mamá.
Y justo en esa semana llegaba un médico extranjero y hacía consultas en pleno bote cerca al río. Todo esto, le llamó la atención y avisó a su padre y sus hermanas para llevarla ante él.
Todo fue excelente en la operación, mi madre si bien es cierto perdió mucha sangre pero pudo pararse y caminar con pierna de acero y con ello fue el ideal de la familia quizá la coronación de todos los sufrimientos que ellos pasaban. Mi mamá se dedicó al comercio, mi padre a ser supervisor de una empresa. Todo esto lo resumo en pocas palabras yo su hijo menor: nunca hay que perder las esperanzas, de volver a ser algo, y mucho más agradarle  a nuestro padre celestial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario