Una esperanza se cocina
En este tiempo mi mamá y Ana preparaban la cena. Pero esto era un secreto.
Mi padre no tenía mucho dinero consiguió a pesar ello, regaló
un manzana al hijo menor es decir a José. Nuestro padre sabía cocinar muy rico.
Mi gran ilusión era superar a mi padre porque necesitaba
ayuda médica. Aunque tenía un don: La
poesía que era su pasión. El tenía 3 hijas y un hijo.
A veces, cuando los hijos no tienen dinero crren que lo
perdieron todo. No tenemos soles almohadas de plumas, muñecas en Navidad, y eso
es lo que menos importaba a la familia de Celedonio, por sobre todas las cosas,
en aquella tarde fría y de invierno, y sentía que le inspiraba algo más
importante que el infierno, los botines y las frazadas. Era tener una familia
unida.
Eran 3 hermanas: Mary, Ana y Sofía preparaban la comida a sus
hermanito y a su mamá. Mi mamá descansaba en su silla de ruedas. Mary decidió
donar a la iglesia 10 soles que tenía de sus ahorros en su chanchito de yeso y
eso lo hacía por la gran afección de su madre: la arterioesclerosis, que le
impedía pararse.
Mi padre, preparando nuestro almuerzo .El aprendió a cocinar,
desde niño, de wawita.
Convencido de haber desarrollado en su propia casa un
proyecto multifamiliar, decidieron emprender un pequeño local de camarones y
truchas pues era el producto bandera de dicha región.
Pasaron los años y las hermanas estudiaron la Ana menor en
San Marcos, la mayor tenía una discapacidad: era sorda, y mi hermana intermedia
fue Sofía, la más estudiosa y la que daría el ejemplo de trabajo intelectual
para su familia.
Sucedió que la empresa estaba al borde de quebrar pero Sofía
que terminó sus estudios en administración llevaron a cabo un proyecto en pos
de lograr una criadera nueva de truchas.
La marca truchas “Celedonio” se vendieron como pan caliente.
Mi padre pudo trabajar como un boletero en buses y mi madre aun seguía en silla
de ruedas.
Un día, Sofía se
acercó a la iglesia le pidió a la virgen María que pudiera sanar a su mamá.
Y justo en esa semana llegaba un médico extranjero y hacía
consultas en pleno bote cerca al río. Todo esto, le llamó la atención y avisó a
su padre y sus hermanas para llevarla ante él.
Todo fue excelente en la operación, mi madre si bien es cierto
perdió mucha sangre pero pudo pararse y caminar con pierna de acero y con ello
fue el ideal de la familia quizá la coronación de todos los sufrimientos que
ellos pasaban. Mi mamá se dedicó al comercio, mi padre a ser supervisor de una
empresa. Todo esto lo resumo en pocas palabras yo su hijo menor: nunca hay que
perder las esperanzas, de volver a ser algo, y mucho más agradarle a nuestro padre celestial.
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